Este fin de semana he tenido la oportunidad de dejar descansar a mi maravillosa pala de descenso hasta ahora, la Robson POGO ergo, que tras tres temporadas había visto reducida su superficie de pala de forma increíble. Cuando una pala se desgasta de esa forma sin perder trozos ni partirse nos está diciendo que está contruída con todas las garantías para el paddler más exigente y por eso el relevo ha sido con un nuevo modelo de Robson, la Chorophyll.
La Chorophyll, preciosa y precisa
Como podéis ver en las fotos el look de la "Chloro" es brutal, llama la atención a todo el mundo. Sus hojas parecen grandes hojas de una planta tropical, con un grafismo cuidado e impactante. Por supuesto que sus cualidades no se limitan a ter un aspecto tan "bio". Las nuevas pértigas ergo de Robson son de carbono de primera calidad, con mayor diámetro que en las palas de pasadas temporadas y mayor ángulo en la empuñadura: el resultado es que es una pala de esas que las agarras y ya es tuya, se equilibra perfectamente y transmite la fuerza al agua sin oscilaciones. Además el grip es muy bueno incluso con guantes y ayuda a adaptarse al incremento de diámetro de la pértiga.
Las hojas representan una evolución en las palas clásicas de descenso de Robson, con algo más de superficie aunque conservando la forma de la Pogo, tan valorada en los descensos. En definitiva es como una Pogo más potente, con mayor poder de dirigir nuestro barco pero tan suave como siempre a la hora de tirar de ella.
Ahí tenéis el logo (lo he resaltado) de la nueva Chlorophyll, algo digno de ver y disfrutar. Para cuidar el look Robson apenas lo ha destacado pero espero que podáis llegar a apreciarlo de cerca y gozar de sus prestaciones.
Texto.: Carlos Rodríguez para el Rocroi Team
Fotos: Producciones BICHO
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